¿Cuándo deja de doler?
- _miguemeza

- 22 abr 2021
- 6 Min. de lectura
Este primer relato es sobre la resiliencia, el amor sin condiciones de tiempo ni género y sobre lo necesario que es aprender a valorar el presente.

El joven cierra la puerta y mira a su padre que se aproxima a recoger unas ropas de un armario. Las palabras apenas vocalizadas correctamente, se atropellan temerosas en aquel muchacho:- Papá en que momento deja de doler el corazón de uno?. El padre que se encontraba doblando una camisa a rayas amarilla que parecía burlarse del tétrico ambiente que engullía aquella habitación, se queda tieso. Las motas de polvo que se sacudían en el aire eran todo el movimiento perceptible, se movían lentamente, dando la impresión de estar hechas del mismo plomo pesado que el cerrojo de aquel armario viejo que yacía abierto ante los hablantes.
Luego del impacto de aquella pregunta, la angustia y el frío quemaron más que el fuego de la chimenea que crepitaba tras la puerta cerrada. Los segundos pasaban y cada milésima la mirada del padre se sumergía un poco mas en la negrura de la habitación, con una quietud que era digna de envidiar hasta para las estatuillas doradas que adornaban la cima del armario entre otros viejos trofeos y condecoraciones olvidadas.
Caricias, mieles, besos, adrenalina, sorpresas, obsequios, viajes, secretos, lágrimas, problemas y despedidas acudieron a la mente del anciano en tropel. El empuje de los recuerdos en su mente derribaron una vieja represa humana que yacía cerrada desde hacían años. Las aguas atropellaron las ventanas de su alma quienes batallaron inútilmente por contener el atropello; perdieron la fuerza que la necia juventud le aportaba hacia ya un par de décadas. ¿Qué lo debilitó ahora? ¿Qué nuevo desafío le había presentado la vida a esa cansada mente que todo lo había vivido y pensado? El corazón de un niño palpitaba en el viejo corazón del padre, durante ese parpadeo era un jovencito que recordaba dulcemente los abrazos, sueños y fantasías que la hiel del mundo lograron agriar. Sentía una rabia centelleante causada por los arrebatos que el tiempo y las personas le habían causado, como cicatrices que se abrían para recordarle que estaban marcadas en su piel para siempre por más de haber sanado.
No estaban del todos solos padre e hijo en la habitación, también estaba la oscuridad presente y sus ojos conversaban con ella, la oscuridad le contaba a sus ojos los recuerdos que debía proyectar en el vacío que él se había esforzado por generar en su mente desde la muerte de su matrimonio. Salió a flote un amor que pereció. Un Alma que sentenció a vagar sin su hilo rojo, ¿un corazón al que lastimó? Por qué le importaba tanto aquel corazón siendo que había lastimado muchos otros como lo habían lastimado a él. Un temblor en su mejilla delataba que un segundo de silencio había terminado dando paso al siguiente. ¿Por qué duele el corazón? ¿Quizá porque UNO se siente infeliz o por haber perdido algo? Sabiendo que no siempre se es feliz y no siempre se tiene todo.... ¿por qué entonces? En este punto sus ojos y el fondo oscuro del armario eran uno solo, la negrura abrazaba por completo su mirar, robando el brillo de sus ojos como si se tratara de un cuerpo que la vida abandonó.
El Chico de sus recuerdos le abrazaba, sentía de nuevo sus brazos rodear su cuello mientras sus besos recorrían su rostro en un circuito que se desplazaba lentamente por toda la cara, dejando besitos cortos a cada movimiento. Sentía su mano aferrarse a él como si debiera protegerlo por siempre, su chico era como un vaso de cristal que contenía la alegría y los sueños del mundo entero dentro, y él no podía permitir que se derramara ni una gota. El joven de sus recuerdos no le había pedido que lo protegiera pero el brillo en sus ojos era suficiente para entender que no estaba listo para el mundo, y quizá nunca lo estaría. Este era un mundo áspero y filoso que acabaría por hacerlo estallar en pedazos si no tenía un lugar seguro en donde poner su corazón. 《¿Por qué? ¿Por qué me entregó a mí su corazón? 》pensó. Una gotita que cayó de su mirada inmóvil había tocado el suelo. Otro segundo de silencio había pasado
《Ver sus ojos llorando por no entenderme fue más un castigo que una lástima, un trabajo mas que me encargó ese infeliz》 se dijo para sí. Al pensar en él, revivió la sensación de un beso suave e inexperto pero de algún modo perfecto. Una sonrisa rompió la quietud de su melancólica expresión. Con un grácil movimiento y gran disimulo, seco su rostro de cualquier rastro de lo que había sucedido:- Hijo... el dolor del corazón es como los recuerdos bonitos que duelen. Nunca nos abandonan, nunca nos dejan de doler aunque el tiempo parezca mitigarlos. El hijo quedó destrozado, sus expresiones cambiaron del gris al negro. El padre con meditadas palabras agregó:-Así como también nunca dejamos de crear nuevos recuerdos bonitos, nunca dejamos de amar. El. dolor no desaparece pero la capacidad de amar tampoco.- Se sentó en la cama junto al joven que mostraba ahora una mirada confundida:- ¿Por qué hay tantos infelices entonces papá? ¿Por qué el mundo parece mostrarme tanta soledad y mentira?- El Señor se frotó el rabillo del ojo. Arrugas indiscretas se contornearon con el movimiento de sus dedos:- Esto de la infelicidad y lo demás es opción y decisión de cada uno mi hijito.... Cada uno debe ser valiente para atreverse a amar, y sabio para poder notar cuando lo está haciendo. Perseverante para construir nuevos recuerdos bonitos y positivo para ser capaz de reconocerlos. Fijate que a un ciego de nada le sirve tener un cuadro bonito si no es capaz de verlo ni a un sordo tener una orquesta si no puede oírla. A lo que quiero llegar es que en realidad nosotros mismos somos la discapacidad y obstáculo mas grande que podamos tener si así nos lo proponemos.
El hijo fijo al.suelo.su mirada antes de argumentar:- No entiendo que tiene que ver esto con lo otro...- El papá le dice con tono severo:-Aquellos que son infelices, que viven vacíos o que causan daño para llenarse lo hacen porque rechazan esta capacidad de ser resiliente al amar y la convierten en una discapacidad hijo. Te van a vender a las emociones como una debilidad y te indicarán que una mentalidad egoísta y la manipulación te llevarán lejos.- Un rostro angustiado fue la reacción en el joven hijo:-Papá y ¿Cómo les ayudamos a las personas que están así de mal? ¿Cómo se salvan de eso? Como puedo parar eso.. :-Eso solo pueden pararlo ellos. Se enmiendan a si mismos para encontrar sus cicatrices y así saber que les falta reconstruir.- El padre se toma las rodillas y se impulsa para reincorporar su peso y salir por la puerta. El Hijo tiene la mirada perdida en la puerta y pregunta por último:- Papá... ¿vos qué querés que yo sea?¿Qué querés de mi para hacerte feliz?
Una sonrisa renovada asoma las arrugas de la cara del señor que responde:- Mi hijo querido. a mi no me hará feliz quien serás profesionalmente, ni si sos rico, famoso o poderoso. A me importa y me importará siempre una sola cosa. Quiero que tengas un corazón bueno. Así podes hacerle feliz a tu papito viejo.
Con pasos lentos abandonó la habitación. Y con pasos apresurados abandonó la casa. De camino compró un ramillete de flores y saludó a un guardia que yacía junto a la puerta del recinto principal del lugar :- Que pinta la remera amarilla Don Santi. Hace raaaato no te veo por acá. ¿Está bien pio patrón?-Dijo el guardia. -Sii Jefe super bien estamos hoy. Puedo pasar o ya están cerrando los jardines? -. El guardia miró su reloj y con un gesto que señalaba un ligero pesar contestó:- Pasa. nomás rápido antes que oscurezca todo. Un dié minutito aunque sea. El papá se apura por pasar:-Gracias Jefe! Un ratito nomas voy a molestarte, quiero dejar estas flores y ya me voy. A cada paso destapaba más y más recuerdos con el joven de sus recuerdos; una carta rosada, un pastel de chocolate, un poema en la noche...《Menos mal fui valiente y luché sin renunciar》 pensó 《Menos mal aprendí que renunciar es bueno cuando no estamos renunciando a nuestro amor propio, que renunciar a veces no es perder, sino darme la oportunidad de seguir ganando pero de una forma diferente》 Su mano encontró fácil el agarre del ramo de flores. Lilas, bordo y blancas, así le gustaban a él cuando eran novios.
Dobló a la izquierda y luego a la derecha en un sinfín de pasillos, cruces, velas, cuadritos del niño Jesús y féretros. Se arrodilló, y dejo sobre una fría lápida aquellas flores que compró. Las canas se arremolinaban frente a su rostro.《Me doles mi amor y me *dolerás por siempre*. Pero gracias a vos aprendí a amar, fui amado y *seré amado por siempre*》 El tiempo pasa rápido, como si corriera una maratón inacabable, El Papá se levanta y sonríe plenamente. A lo lejos nutrias chapotean en uno de los estanques artificiales. La vida no pasó a través de él sin darle regalos y ahora estaba dispuesto a seguir aceptando los regalos que no se permitió recibir, la existencia aún tenía mucho para entregarle. Era hora de que siguiese sus propios consejos.


Comentarios